Un baño para cada tipo de familia: Familia Kurai
Hace dos años que empezamos a construir nuestro hogar. Echamos abajo los cimientos, como quien dice, y levantamos nuestra casa, nuestro refugio. Decidimos todo al milímetro, diseñamos cada rincón del apartamento a nuestro gusto, haciéndolo nuestro, marcando nuestro estilo de vida. Cuando ya lo teníamos todo montado y elegido, teníamos la sensación de que faltaba algo para poder decir que era nuestro hogar, dulce hogar. Fue ahí cuando decidimos adoptar a nuestro pequeño Rufus. El peludín de cuatro patas llegó a nuestras vidas desprendiendo amor incondicional, cariño, movimientos de cola en representación de alegría y alguna que otra sorpresita mañanera.
Somos una pequeña familia a la que le encanta salir a pasear los tres juntos por los parques de nuestra ciudad, ver películas de Netflix todos tumbados en el sofá con un gran bol de palomitas, pasar las mañanas de domingo disfrutando del sol mientras preparamos una rica paella…
Disfrutamos de cada momento que compartimos juntos, pero debemos confesar que no hay momento más familiar y entrañable que cuando bañamos a Rufus en nuestra ducha. Es una risa ver como encoje de tamaño cuando le mojamos todo el pelaje que tiene. Siempre acabamos los tres metidos dentro de la ducha mientras Rufus nos empapa a los dos cada vez que se sacude el agua. Nos hace reír muchísimo cada vez que intenta beber del agua que cae de la alcachofa de la ducha o ver lo relajado que se queda cuando le frotamos todo el cuerpo con el champú.
Llenamos el baño de amor y cariño cada vez que cubrimos a nuestro peludo en una toalla y nos llena la cara de besos. Estos momentos de ternura en el baño no los cambiamos por nada. Somos los tres inseparables, como Mickey, Donald y Goofy, siempre unidos haciendo fechorías y disfrutando al máximo de la vida. Somos la felicidad al cubo. Felicidad por tres siempre.
Firmado Rufus y sus secuaces
Rufus, Sara y Nacho.